Sobre espacios seguros y otras ilusiones
Ante las violencias que vivimos cotidianamente, es común escuchar que una de las respuestas para combatirlas debe ser aumentar las estrategias de “seguridad”, pero... ¿qué pensamos cuando hablamos de “seguridad”? ¿Cuáles son estas estrategias y en verdad reparan el daño causado? ¿Qué entendemos por “espacio seguro” y en dónde nos colocamos en éste? ¿Qué relación tiene la seguridad con la violencia basada en el género?
Para empezar, hay que saber que la palabra seguridad proviene del latín securitas, y una de sus acepciones es “que asegura el buen funcionamiento de algo, precaviendo que éste falle, se frustre o se violente”; por esta razón, se conciben muchos tipos de seguridad: la seguridad del Estado, la jurídica, la ciudadana, la alimentaria, la de la información y un infinito etcétera.
Algunas asociaciones nos llevan a pensar la “seguridad” como algo que brinda el Estado. Para explicar esta asociación nos podemos remitir a los contractualistas, quienes mencionan que las personas nos adscribimos a un contrato social para procurar nuestra seguridad; esto significa que cedemos el uso de la violencia al Estado, para que éste pueda ejercerla a favor o en contra de nosotres exclusivamente frente a emergencias o situaciones de violencia. En el marco de esta propuesta teórica, la seguridad está íntimamente ligada al Estado y nos la brinda a través de distintas vías y estrategias: policías, patrullas, armas, cámaras, vigilancia, control y castigo.
La seguridad del Estado, sin embargo, no vela por las personas y su bienestar, sino que perpetua el status quo y les deja fuera de la gestión de su propia seguridad. No brinda estrategias, ni herramientas para modificar las causas y razones por las que se generan las diversas violencias que nos atraviesan.
La seguridad vs. los espacios seguros
En contraste a la visión de los contractualistas, existen los espacios seguros como contrapropuesta a la seguridad estatal. Para empezar, es importante reflexionar si existe y/o puede existir un espacio totalmente seguro en todos los aspectos. Para que eso suceda, tendríamos que garantizar que no hay nada en el mundo que pueda provocar daño físico, emocional, patrimonial, entre otras, a las personas que conforman ese espacio. Eso, realísticamente, es imposible.
¿Pero es estratégico y benéfico para todes aspirar a la seguridad completa en nuestros espacios? Quizá es momento de dar un paso atrás y pensar si el espacio ES seguro o lo HACEMOS (más) seguro, pensando que no es posible garantizar que no haya problemas, roces conflictos y malentendidos.
En Balance aspiramos a no renunciar a la gestión de nuestra propia seguridad, a incorporar a nuestras vidas el cuidado mutuo dentro del día a día para que exista una corresponsabilidad colectiva.
Desde LiberAS, creemos que es posible gestionar nuestra seguridad de una manera más autónoma, involucrando a la comunidad y construyendo redes de cuidado, donde todas las voces sean escuchadas y entre todes desarrollemos estrategias de diálogo y resolución de conflictos.
No existen espacios completamente seguros, pero sí podemos habilitar espacios MÁS seguros construidos por todes, en donde cuidemos todas las dimensiones de necesidad y no abordemos la seguridad con vigilancia, miedo y criminalización. Para ello, te compartimos algunas pautas e ideas a tener en cuenta para construir espacios más seguros.
Mirarse desde lo colectivo
Es necesario recordar en todo momento que compartimos espacio con otras personas, que tienen contextos y vivencias particulares, algunas de estas necesidades tendrán que ponerse por delante de las de otres en algunas circunstancias calculando los riesgos posibles, en un sentido de procurar que el desarrollo de todas las personas se vea libre de restricciones al tomar en cuenta sus vivencias.
Por ejemplo, si en un autobús va un hombre con una férula en el brazo, es un tema de seguridad que tenga un lugar establecido en el que pueda sentarse, pues una caída puede tener implicaciones mucho más graves en él que en una persona que no tenga una fractura.
Comunicación
No podemos defendernos de una amenaza de la que no sabemos, por ello la información es fundamental para conseguir mayor seguridad, si sabemos de algún riesgo o amenaza potencial, es importante compartirlo a quienes nos acompañan, sin importar qué tan probable o no consideramos que suceda algo.
Por ejemplo, si hago una reunión en mi casa y sé que los vecinos suelen ser agresivos, todas las personas invitadas deberían saber esto de mi parte para que entre todes podamos saber qué hacer en caso de algún incidente.
Corresponsabilidad
Es importante recordar que, para que el cuidado colectivo funcione, todes tenemos que estar involucrades activamente. Esto implica organizarnos y dividirnos las tareas de nuestra estrategia de seguridad, así como tomar conciencia de que cada acción es igualmente valiosa e importante y que su omisión no sólo me vulnera a mí sino puede romper la estrategia colectiva. También implica que en caso de alguna agresión, riesgo o problema actuaremos en consecuencia e involucraremos al resto para dar una respuesta colectiva.
