A veces víctima
Desde nuestra experiencia acompañando y atravesando violencia, hablar de “víctimas” nos ayuda, en un primer momento, para reconocer la violencia y ponerla en un espacio dentro de nuestras vivencias; es decir, nombrarnos “víctimas” permite identificar la situación de violencia que vivimos, el lugar que ocupamos en esa dinámica y reconocer que necesitamos distintas cosas para atravesarla, repararla y/o transformarla.
Puede que al inicio del proceso de reconocer la violencia, podamos vivir algunas dificultades para mirarnos a nosotrxs mismxs en el lugar de víctimas: hacerlo implica vergüenza y, en muchos casos, un juicio y cuestionamiento social importante. Por ello, reconocer que hemos sido víctimas de violencia es un acto de valentía en sí mismo.
Pero, ¿en qué momento la utilidad de la categoría “víctima” se agota y no sólo nos queda chica sino que nos aprieta? Es difícil identificar un momento exacto, sin embargo hay algunos factores alrededor del concepto “víctima” que nos permiten observar cuándo nombrarnos desde ahí nos comienza a inhabilitar. Sobretodo, pensemos que ser víctima, desde la sociedad y la cotidianidad, es una definición que se compone de ideas preconcebidas, mismas que, de no ser cuestionadas, se vuelven definitivas. Algunas de estas señalan que las personas víctimas:
- Están lastimadas.
- Están condenadas.
- Son indefensas.
- Son frágiles.
- No saben qué hacer.
- No son responsables.
- No pueden hacer nada.
- No tienen opciones.
- No saben lo que necesitan.
- Necesitan de alguien siempre y para todo.
Reconstruir y recuperar agencia es un proceso fundamental para atravesar una situación de violencia, así como mirar que tenemos posibilidades para que ese hecho no sea todo lo que exista en nuestras vidas. Pero esta transición se ve mermada cuando lo que escuchamos todo el tiempo es que nunca podremos transformar ese contexto, que dependemos de alguien más y que no tenemos ningún margen de acción.
En LiberAS buscamos la transformación de estas narrativas al reconocer que las personas que atravesamos violencia no somos víctimas eternas sin agencia ni posibilidades, quienes atravesamos violencia podemos transformar esa situación, podemos tomar decisiones, sabemos qué es lo mejor para nosotres y tenemos más esferas de nuestra vida en dónde la violencia no está presente, mismos que nos permiten reconstruir nuestras vidas desde otros espacios y relaciones.
Por todo esto, es que nos cuestionamos el uso de la categoría “víctima” para referirnos a quienes atravesamos violencia y buscamos dar espacio a diversas maneras de nombrarnos,que habiliten el cambio y la reconstrucción de las relaciones y de nuestras vidas.
Nos interesa que la reflexión vaya más allá de las palabras que utilizamos para realmente preguntarnos: ¿cómo les miramos?, ¿en qué lugar les colocamos?, ¿en qué lugar nos colocamos nosotres al acompañar? y ¿qué futuros construimos desde estas miradas?